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martes, 8 de octubre de 2013

Deporte y empresarialidad


La responsabilidad es un dolor de cabeza que te ayuda a ser mejor

Es frecuente -demasiado habitual- aceptar la idea de que el Estado debe de ser el promotor del deporte. La misma idea se hace extensiva a las artes y las letras. De esa suerte, hay un reguero de petición de subvenciones para orquestas, músicos, escultores, pintores, cineastas y otra suerte de virtuosos. Sin embargo, cuando esos artistas ganan dinero porque sus obras son famosas, olvidan repartir los dividendos entre los ciudadanos que los financiaron por años, o de devolver lo "prestado", algo absolutamente razonable. El arte como el deporte y cualquier otra actividad, tiene éxito en la medida que es demandado por ser exitoso. Ahí vemos a futbolistas brasileños, a equipos españoles o italianos o a jugadores de béisbol venezolanos, cubanos, dominicanos o latinos en general.
En el ámbito nacional, una propuesta interesante de legislación para la creación de fundaciones para el fomento y financiación del deporte de alto rendimiento, puede ser el punto de cambio de una situación tradicional, costosa y nada exitosa. Empresarios privados nacionales han decidido apostar precisamente por educar, detectar y promover a deportistas que pueden alcanzar importantes logros por su alto potencial. En este caso, el dinero invertido no es público. Los impuestos no se utilizarán para pagar el patrocinio del deporte de alto rendimiento -de calidad- y se prescindirá de estructuras estatales que a la fecha han resultado -como casi todo lo estatal- un fracaso, un fiasco y un pozo de corrupción y mal manejo. Ello permitirá disponer de más fondos y un control privado (y más eficiente) de las donaciones que hagan empresas/empresarios que quieran comprometerse con la idea. Los deportistas serán mejor atendidos, no teniendo, posiblemente, que viajar en bus y alojarse en pensiones, mientras los directivos lo hacen en primera clase, en hoteles de lujo y perciben suntuosas dietas. Eso se denomina emprendedurismo, visión de país, compromiso y responsabilidad, muy lejos del acostumbrado mercantilismo, dejadez, aprovechamiento, mangoneo y perversidad.
La idea puede ser extrapolada a otras manifestaciones artísticas, léase cine, música, pintura, baile o escultura. No se puede permitir que grupos o personas que dicen hacer “arte” terminen embolsándose dinero de los contribuyentes para llevar a cabo producciones que a nadie interesa. Esto que se propone es una inversión que conlleva riesgos, precisamente lo que parecen no estar dispuestos a asumir quienes estiran la mano para practicar un determinado deporte, cantar o hacer cine. Quien quiera desarrollar una profesión o cuente con una determinada habilidad, debe de invertir en promoverla y potenciarla y no esperar que el Estado lo haga sobre la base de criterios de dudosa objetividad y siempre con la corrupción como telón de fondo.
Hay que reconocer y aplaudir esta iniciativa privada que puede ver la luz bajo un marco legislativo apropiado y discutido. Este tipo de acciones visibilizan a quienes están de verdad comprometidos con el país de corazón y acción -no de palabra- buscando la mejor manera y la forma eficiente de emprender iniciativas que promuevan a los mejores y permitan que destaquen, al crearles un marco adecuado para su desarrollo. No es una idea original, pero si el hecho de haber asumido la responsabilidad como empresarios y ciudadanos de promover la conformación de un fondo que permita todo ello. Si aprendiéramos lo que hay que hacer y sobre todo, cómo ejecutarlo, nos iría mucho mejor ¡Pongan atención la mayoría de ONG´s que nunca finalizan nada de lo que comienzan!, además de malgastar enormes cantidades de dinero público.

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