Una mentira repetida adecuadamente mil veces se
convierte en una verdad (Goebbels)
Algunos
llevamos tiempo denunciando -otros obviándolo- cómo delincuentes profesionales
se dedican a agitar masas en el interior so pretexto de no explotar los
recursos naturales, nacionalizar la energía, expulsar a las transnacionales y
similares despropósitos. No es nuevo. Ha sido, y es, la burda forma tradicional
de movilización “social” de regímenes de corte “revolucionario” de épocas
pasadas. Así actuaron los grupos insurgentes. Tratan de contar -en apariencia-
con algún motivo medianamente comprensible, aunque el trasfondo -diferente e
interesado- sea realmente el propósito final. De esa guisa, se sostienen los
movimientos anti hidroeléctricas en Huehuetenango, denunciados por los COCODES,
legítimos representantes comunitarios; el ninguneo a la corporación indígena de
Sololá; la falta de detenciones de criminales señalados y con orden de captura en
Barillas, la permisividad con los ladrones de electricidad en San Marcos o la
libre actuación de asesinos anticementera en San Juan Sacatepéquez, además
de otros muchos.
El
Estado, lejos de cumplir con su deber de aplicar justicia y evitar los delitos
manifiestos que se comenten, negocia “paz” por delincuencia controlada y
permite que roben la energía eléctrica a pesar de haber más de 500 denuncias
sin detenciones, procesamientos y encarcelamientos de culpables, por otra parte
perfectamente identificados. Los réditos no son menores. Esos chantajistas
agrupados en ONG,s obtiene pingües beneficios que se cifran en millones
anuales. Parte de ese dinero del que se apropian -25/30%- es su modus
vivendi y les permite
enriquecerse, algo confesado en prensa por cierta activista de esos robos. El
resto, lo reinvierten en movilizaciones, compra de voluntades, pago de
infraestructura, logística y reinicio del proceso.
Lejos
de ser un beneficio para la comunidad, provocan un auténtico desastre, cada vez
más complicado de resolver. Los ciudadanos honestos no pueden pagar su consumo
eléctrico porque son obligados bajo amenaza a que se conecten al servicio que esos
delincuentes proveen (producto del robo) y la empresa no puede entrar a esos
lugares porque sus operarios son secuestrados o linchados. Cada vez son peores la
condiciones de suministro y menor la certeza jurídica, lo que empeora el
servicio. El gobierno calla porque sabe que de no hacerlo le ponen patas arriba
la localidad, y consiente el chantaje “controlado” que pagamos el resto de
ciudadanos. Aquí no hay conflictividad social, tal cual la quieren hacer ver.
Es cierto que hay problemas que deben solucionarse, como la construcción de determinada
infraestructura para que localidades lejanas cuenten con servicios mínimos,
pero eso no puede hacerse consintiendo el crimen y el terrorismo ni
desligándose de la responsabilidad inherente del gobernante de proporcionar
seguridad y hacer cumplir la ley.
Aprendida
la lección, otros grupos hacen lo propio y negocian el perdón de deuda producto
de ventas de terrenos, también bajo presión. Hace tiempo consiguieron las
tierras y ahora se niegan al pago. Otro robo permitido que parece no impactar
mucho en la conciencia de quienes lo pagamos. Los políticos despojan; los criminales desvalijan; ciertas ONG,s roban y algunos delincuentes
se llevan lo que queda. El gobierno calla; el MP enmudece; la justicia cierra
los ojos. Usted, yo y muchas comunidades del interior se empobrecen, mientras
somos asaltados en esta democracia popular (de populacho, que diría Sartori)
que termina derivando al populismo depredador. Algún día, como en Venezuela, lo
asesinarán. Aquí sobran sicarios que llevan tiempo sin jalar el gatillo y están
dispuestos a hacerlo ¡Todo un club de pandilleros terroristas y sus correspondientes
defensores (as), aupados por inútiles y castrados gobernantes!
No hay comentarios:
Publicar un comentario