Las
elecciones, a veces, son la venganza del ciudadano (Lloyd George)
La segunda vuelta electoral se
llevará a cabo entre Sandra Torres y Jimmy Morales, con sus correspondientes
binomios vicepresidenciables. Al respecto, muchas elucubraciones se han hecho
sobre el potencial caudal de votos que puede tener cada uno. De un lado,
Morales contará con los que obtuvo y seguramente muchos otros procedentes de
partidos pequeños. Torres, sumará los suyos y un porcentaje de quienes votaron
a LIDER, todo ello sobre el supuesto de circunstancias similares a las del
pasado día 6 del presente. Sandra necesita más los votos de Baldizón que Jimmy
los de otros, lo que refuerza la hipótesis de que decida acercarse al petenero
para negociar, aunque esta posibilidad ha sido negada por ambos en múltiples
ocasiones.
¿Por quien votar, se pregunta el
ciudadano? Y es que las dos opciones tienen sus dimes y diretes. Jimmy es un
inexperto, un neófito de la política, y carece, al momento, de equipo sólido e
infraestructura partidaria. En todo caso, eso es superable, puesto que los
equipos se conforman y la maquinaria se pone en marcha en la medida que se
consolida el liderazgo. No debe de haber problema en ello, aunque no sea la
base de partida idónea para comenzar un gobierno o pedir un voto de confianza.
Sandra cuenta con la experiencia del pasado, pero también con el recuerdo del
votante, en ocasiones sumido en un fondo grisáceo que nubla el entendimiento.
Fue la promotora de los programas sociales que terminaron siendo clientelares.
Su partido (UNE) -o su gobierno- incluyó
a figuras como Baldizón y Barquín, ahora pendiente de proceso, a la señora
Blanco Lapola acusada de ejecución extrajudicial, al ministro de Defensa
Abraham Valenzuela, cesado en un incidente no aclarado con llamadas de por
medio a grupos de narcotraficantes y aquel episodio del divorcio exprés, fraude
de ley que castigó en su momento la justicia y la ciudadanía, además de otras
situaciones similares.
No
quiero desmeritas a la candidata Torres, pero si aclarar que ese dicho de “mas
vale lo malo conocido que lo bueno por conocer” dudo sea aplicable a la política.
La experiencia de haber gobernado en un país donde la corrupción es la práctica,
parece ser mal activo para incluir en un historial de vida. No creo mucho en “The Matrix Reloaded” o reinventos
similares. La esencia del ser humano es la que es y muchas veces toma cierta
apariencia para poder ser…, la que es ¡En eso no se cambia mucho!
Vivimos una revolución (quizá a
la Tortrix) o un despertar primaveral, como otros lo han denominado y me parece
que ya que estamos intentando salir del lodazal, sería bueno no mirar mucho
hacia atrás y apostar por algo nuevo, aunque admito que un tanto a ciegas. Como
ciudadanos hemos arriesgado mucho -demasiado- y lejos de ser conservadores, hay
que lanzarse a por todas en la convicción de que saldremos triunfantes de este
reto que nos hemos impuesto.
Muchos escondidos: sindicados
tradicionales y los grupos de presión habituales, querrán cooptar e hipotecar a
los candidatos. Unos ya tienen experiencia de negociación con ellos, recordemos
a Álvaro Colom y a Joviel Acevedo negociando sobre un bus o a los negocios de
las farmacéuticas y del Transurbano en tiempos de la UNE.
En una situación normal creo que
no votaría por ninguno, pero no estamos en una escenario así. Me quedo más
tranquilo con zapatos nuevos, aunque aprieten, que con zapatillas desgastadas
que terminan por dañarme todo el pie, y la espalda.
¡Si celebramos felizmente la
Independencia, mejor independizarse de una vez por todas!
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