“Fanáticos que no puede cambiar de opinión ni
de tema”
No recuerdo a ningún Presidente, como al actualmente electo,
a quien se le haya exigido tanto en tan poco tiempo. Decenas de consejos se han
dicho o publicado sobre lo que tiene o no que hacer, a quienes nombrar o
ignorar y cuáles deben ser sus prioridades. Se le ha acusado de muchas cosas e
incluso el delírium trémens llevó a algunos a divagar sobre la falta de
“legitimidad” por haber sido elegido con un número de votos menor que la suma
de quienes no optaron por él y aquellos que se abstuvieron ¡Argumento falaz y
manipulador!
Sobre la base de una exigente fiscalización de políticos,
producto de la revolución que vivimos, se ha moldeado un solft power que a través del chantaje y la presión pretende
alcanzar el poder e imponer un modelo que la ciudadanía negó en discusiones
previas a las primarias de septiembre. Recordemos propuestas de no realizar
elecciones y en su lugar optar por llevar a cabo profundas modificaciones e
incluso una Asamblea Nacional Constituyente para cambiar el modelo de Estado.
Era evidente entonces, y mucho más ahora tras los resultados electorales, que
ciertos grupos y personajes de siempre tratan de empoderarse con la falsa escusa
de representar a sectores de la sociedad civil o contar con una tribuna estruendosa
y privilegiada en medios, aun empleando el anonimato.
Los resultados electorales, sin embargo, han excluido
nuevamente a esas camarillas de intolerantes y mañosos que se exhiben como representantes
de causas creadas al margen de la realidad: medioambientales, de industrias extractivas,
campesina-indígenas, sindicales, latifundistas, entre otras. Por cierto, reclamaciones
ausentes en las ofertas de cualquiera de los veinte y pico partidos políticos que
fueron opción democrática.
Se siente un fino discurso que persigue machacona y
continuamente a Jimmy Morales e incluso predestina que durará poco en el
gobierno, remarcando insistentemente su incapacidad, ser marioneta de tal o
cual grupo y, particularmente, evidencia su escasa “legitimidad”. Todo, de
momento, sin sustento. Hay un ambiente de golpe blando que pretende cooptar el
poder y/o crear crisis para generar inmediatamente las soluciones político-económicas
que sirvan de curita al problema. Ese grupo impertinente -de pensadores y de salvadores
mediáticos- aglutina a los habituales, se coloca medallas cada vez que puede y se
presenta como la alternativa para rescatar al país, aunque jamás hablan del
insignificante porcentaje de votos que obtuvieron históricamente o la escasísima
aceptación ciudadana de sus cacareadas fórmulas mágicas.
Sin haber superado la situación de corruptela nacional,
seguimos sumidos en maniobras tradicionales de manipulación y descrédito de
autoridades, personas, sistemas o grupos. Nada nuevo en una sociedad donde la bolas
-en forma o no de peladero- siguen enraizadas. Hay que dejar respirar a quien
todavía no ha tenido tiempo de abrir la boca. Lo dije en una ocasión: sin otorgar
un cheque en blanco, es preciso un poco -o un mucho- de confianza. Aparecerán
corruptos (porque los hay), personajes de vida dudosa y claros traidores. No
hay que juzgar por cuantos surjan sino por la velocidad y la valentía con las que
el nuevo Presidente los aleje de su esfera. Lo hecho con Lam, sin estar mal, fue
a destiempo y producto de la presión mediática, así que ya aprendieron “los
aquellos” como pueden chantajearle en el futuro.
Cero tolerancia no implica que muchos no quieran aprovecharse
¡Tengamos esperanza! y sin dejar de vigilar, dejemos respirar.
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