La irresponsabilidad se debe de
confrontar con decisiones fuertes
El polvo levantado por la publicación de
parte de los desfalcos hechos -o consentidos- por los diputados, se ha
convertido en lodo. Ese dicho de que los niños, los bolos y los locos dicen la
verdad, pareciera haber tomado forma a través del “loco” Taracena quien con una
magistral jugada, filtró los listados de privilegiados “trabajadores” del
Legislativo, por miedo, seguramente, a ser incluido en la investigación
emprendida por la CICIG.
Los diputados guardan silencio tras la divulgación
de las listas y a lo sumo se han escuchado tímidas voces diciendo: “yo no fui”
o “no sabía nada” ¡Es cruel que te llamen estúpido en la carta, aunque sea con
indirectas! Si no eran conocedores de la situación, es porque no hicieron su
trabajo que era, entre otros, el de fiscalizar. Si sabían de ello -que es lo
más probable- son cómplices por omisión de denuncia.
Todos los diputados, sin excepción, abusaron
de privilegios pagados con cantidades millonarias procedentes de erario público
y están contagiados del autismo más vil y rastrero por carecer de la valentía
necesaria para enfrentar a su pares.
Habría que preguntarse para qué puñeta
quieren tanto asistente, ujieres y varias secretarias fieles y leales, amén de
asesores múltiples. Es hora de suprimir esos lujos de políticos sibaritas y
dejar que quien desee gozar de tales privilegios, los pague de su bolsillo y no
con nuestros impuestos. Sin embargo, únicamente hemos visto la punta del
iceberg. No se ha hablado suficientemente de los alquileres de edificios, de
los fondos rotativos, de las inútiles comisiones al exterior y de lo más caro
de todo: el listado geográfico de obras que manejan a su antojo.
No es que urja una depuración del Congreso,
es que hay que disolver ese ente, nido de delincuentes. No son rescatable,
porque han demostrado que no pueden lidiar con una situación como la que se
está revelando. El miedo al que dirán los otros o el actuar políticamente
correcto, no puede seguir siendo obstáculo para justificar la inacción de
algunos/as que se pensaba podían salvarse de la quema pública.
Al igual que la ciudadanía sacó de la carrera
por el Legislativo a todo aquel que tuviera tufillo a la vieja casta, es
preciso prescindir de todos los que llevan siquiera una legislatura en el
hemiciclo. No se puede seguir cerrando los ojos a una evidencia mostrada
cruelmente, especialmente en un país en el que muchos ciudadanos mueren de
hambre mientras falsamente se hacen discursos por el “bien del pueblo”, al
mismo tiempo que se roba descaradamente dinero o se favorece a allegados con
una displicencia propia de caraduras profesionales. La investigación emprendida
por la CICIG ablandado a algunos que muestran posturas de colaboración,
denuncian tardíamente o se encogen de hombros al “sorprenderse” de lo que
ocurría, algo que dicen desconocer.
Estamos en un momento histórico. Hay que
dejar al Ejecutivo actuar y ver como resulta, eso ya está en marcha, aunque hay
que aceitar el camino. El esfuerzo ahora es en el Legislativo y ver como esa
mara extorsionadora se va a su casa a trabajar y dejar de delinquir o callar
con su silencio lo que otros hacen mal. No se debe de perder el norte ni dejar
de hacer presión. Mientras, hay que ir preparando qué hacer en el poder Judicial.
La elección de integrantes de la CC está próxima y los del bloque PRO -antes
LIDER y mucho antes UNE- quieren convocar una asamblea constituyente ¡Buen
distractor!
Si algo medianamente coherentemente balbuceó aquel
enfermo que quería ser presidente -ahora exiliado- fue aquello de que “solo el
pueblo, salva al pueblo” ¡Pilas pues!
No hay comentarios:
Publicar un comentario