“Se puede confiar en las malas
personas, no cambian jamás”
Casi todo es causalidad: las
“multitudinarias” manifestaciones de bochincheros profesionales incitadas por
ciertos sindicatos de salud y educación; los buseros desalmados atorando el
tráfico; el lamentable y tercermundista cierre del aeropuerto por cuatro
pelones abusivos dirigidos por constructores mañosos y las negociaciones a
puerta cerrada con sindicalistas, que seguramente terminarán costándonos el trozo
de riñón que nos queda intacto después de años de gobiernos chantajistas y
permisivos, son algunas de las “acciones políticas” de la pasada semana.
Lo que se cuece realmente, es un
pacto de esos que suelen hacer quienes transan particulares beneficios. Detrás
de bambalinas, como suele ocurrir, no solamente está el presupuesto anual,
ciertos intereses políticos y la depredación de lo público; también la
presidencia del Congreso para el año próximo, la batalla campal entre diferentes
“liderazgos” en la UNE, la supervivencia del actual presidente del Congreso y
sus particularidades, la reivindicación de muchos diputados que llevan callados
meses y otras cuestiones que se cocinan a fuego lento.
Finalmente, y eso es lo
preocupante, todo seguirá igual, o muy similar a como estaba. Acuérdense de
aquel dipukit y sus adláteres que
fueron denunciados por acoso, y de los que no se sabe nada; de otros honorables
con antejuicio, que tampoco; de los acuerdos sindicales que la PGN informó eran
lesivos para el Estado, y están parados sin denuncia presidencial como
correspondería; de los pactos de salud y educación que se comen cualquier presupuesto
sectorial, etc. ¡Que pronto olvidamos!
El mentiroso del Presidente (en
dos programas de TV dijo que no iba a subir impuestos) navega con bandera de
“yo no fui” y pareciera que mientras nadie le acuse de corrupto o ladrón, el
resto le viene del norte, expresión más enfática en esta administración que en
cualquier otra. Falta visión, ideas claras, proyecto de país, carácter y sobre
todo neuronas, cuando no un poquito más de testosterona, para hacer los cambios
que la ciudadanía reclama. Aunque eso si, nada como orar mansamente y “subir” a
Dios a la tribuna pública para implorar, lastimeramente, lo que como humanos
son incapaces de hacer. Teatralidad estilo Boabdil, allá por 1492, que su madre
aclaró contundentemente.
Esto es lo más parecido a un
circo y en la pista coinciden los sindicatos y sus malabarismos, las fieras que
cortan carreteras e impiden que el ciudadano honesto pueda trabajar, el mago
que te quita el billete del bolsillo en forma de impuestos, los ciudadanos equilibristas
que hacen maravillas para llegar a fin de mes y…., los payasos que no pueden
faltar en toda buena representación. Se sabía que se lee poco y se asimila
menos, pero no era de esperar que las autoridades electas olvidaran lo que pasó
hace menos de un año.
La revolución no se ha
terminado, si se pensó que había ocurrido. Están en prisión muchos
sinvergüenzas, pero ni la forma ni el fondo político ha cambiado. Hay que podar
las ramas que quedan y que siguen haciendo sombra a la democracia, a los
derechos individuales y a la libertad. Seguimos en un estado mangoneado,
manipulado y ensombrecido por personajes y grupos que han vivido demasiado
tiempo de quienes trabajan honradamente y no se van a dejar desplazar tan
fácilmente.
Aquí se sigue cociendo un
puchero explosivo que seguramente terminará, siguiendo el símil circense, con ruido
estridente, destello de luz y confetis mientras desaparece el mago del poder y
el de la segunda fila se queda con todo porque estuvo atento al truco ¡Al tanto
si no!
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