Doña Thelma debería, a mi entender,
postularse para ser reelegida
Se ha escuchado que la Fiscal
General Thelma Aldana puede ser candidata presidencial
para las próximas elecciones.
No la he escuchado decir eso, es más, incluso creo que lo ha negado, sin embargo me atrevo a emitir una opinión sobre algo no confirmado pero que está en el ambiente.
La Fiscal General llegó al cargo
con el lastre de demasiados
prejuicios, incluso contra pronósticos de quienes
ahora la alaban. Su antecesora, considerada por
muchos como insustituible, inigualable e insuperable, había
puesto el listón de la
percepción muy alto, pero se superó. Si algo ha caracterizado a la actual Fiscal General es haber subido la valoración de eficacia del MP a
cifras nunca antes vistas y que, sea continuación de lo que ya estaba encarrilado
-como algunos dicen para salvarle la cara a la
anterior- o haya sido
logrado por ella misma y su equipo, es indiscutible.
No
obstante, de eso a ser Presidente de la República hay todo un abismo. No es lo mismo aplicar la ley que
lidiar con quienes la negocian y aprueban desde
diferentes bancadas en el
Congreso o ejecutar políticas públicas liderando un Ejecutivo que se atiene a directrices de poderes benefactores que apoyaron
la campaña. Es decir, ser Fiscal General y Presidente se parecen como un huevo a una castaña.
Doña Thelma debería,
a mi entender, postularse para ser reelegida. Si lo fuese, consolidaría el
trabajo que viene haciendo y alcanzaría cotas de popularidad más altas. Recordemos que muchos encarcelados esperan justamente un cambio de
personas en el MP para arremeter contra el sistema y lograr la impunidad
tradicional. Al terminar su segundo periodo, allá por 2022, se podría plantear hacer política en un
escenario más propicio, tras el gobierno de transición que debería venir
una vez superemos este de tránsito.
Pudiera ocurrir, sin embargo, que el Presidente no la eligiera de la terna en la que seguramente estaría incluida por méritos propios. De
ser así, el rechazo presidencial incidiría
positivamente en ella e
incrementaría su nivel de popularidad, lo que
la posicionaría mejor para las elecciones de 2019 y,
es entonces, cuando tendría que aprovechar el tirón y lanzar la
candidatura, habida cuenta que no podría continuar en la Fiscalía.
Quemar
naves antes de tiempo no me parece oportuno porque el escenario más peligroso -incluso el más probable- es que de no postularse a la reelección “las fuerzas del mal” intenten
nombrar a un Fiscal General
muy distinto. Por otra parte, la Fiscal General es mujer de leyes no de política y en un escenario en el
que tuviese que confrontar en
debate a otros candidatos
tradicionales -ya
conocidos- o emergentes -creo que Lucrecia Hernández podría ser un as
de movimientos emergentes de
centro-izquierda- sería difícil posicionarse, especialmente sin el detonante de “no haber
sido excluida de la reelección”.
Las
estrategias se elaboran, preparan y ejecutan sobre escenarios, fines y
personas. Creo que hay un deseo poco meditado por parte de
algunos que puede opacar el fin último, y considero necesario replantearlo. Por otra parte, hablar de reelección de la Fiscal General desde
ahora, permite generar en el
medio plazo confianza en el sistema de investigación
-y de justicia- muy superior a la que se tiene, lo
que consolida la
institución y genera réditos. Tomar una decisión apresurada y fuera de tiempo, puede hacer que todo sucumba por falta
de una lectura correcta de la realidad nacional.
¡Ahí
queda eso!
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