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lunes, 20 de mayo de 2019

Zury, Thelma, Sandra et al.

Un porcentaje significativo del electoral se ha quedado sin primera opción política, lo que deslegitimará el proceso

Supuse que la CC adoptaría una solución salomónica en relación con los pendientes respecto de las tres candidatas punteras en las encuestas. La razón que tuve para ello es que los casos de Zury Ríos y Thelma Aldana se podían sustentar jurídicamente tanto desde un punto de vista favorable como contrario, algo analizado en diferentes foros. Por tanto, ¿para qué adoptar una postura que generara controversia si ambas eran jurídicamente viables? Evidentemente erré y la CC se decidió por la solución salomónica pero a la inversa: las dos quedaron fuera de la contienda. Respecto de Sandra Torres, la Corte estuvo tres días entreteniendo la nigua para adoptar, con galimatías jurídico, una obscura decisión sin precedentes y tomarnos nuevamente el peluquín ¡Esto está más que podrido, y apesta!
El escenario actual es uno de los más complicados que se podría haber imaginado. Un porcentaje significativo del electorado se ha quedado sin primera opción política, lo que deslegitimará el proceso pero, además, se observa una concurrencia de hechos -causal o casual- que otorga ventaja a la candidata más rechazada de la historia democrática nacional: Sandra Torres.
Desde 2017 la CC ha votado siempre en asuntos políticos de igual manera. Si comparamos las resoluciones contra la declaración de no grato al señor Velásquez (agosto-17), el cambio del embajador Kompass (mayo-18), el caso Bitkov (junio-18), la prohibición de ingreso a Guatemala del Comisionado de la CICIG (septiembre-18), la candidatura de Zury Ríos, la de Thelma Aldana y al antejuicio de Sandra Torres (mayo-19), observamos que en todas ellas el voto fue exactamente igual. Tres magistrados: Mejía (CANG), Porras (Congreso) y de Mata (USAC) “coincidieron” en sus criterios sistemáticamente, los otros dos: Aldana (CSJ) y Ochoa (Presidente), hicieron lo propio en sentido contrario. Además, en las dos ocasiones en las que actuaron suplentes, el voto coincidió con la postura de los titulares y la procedencia de sus nombramientos ¡Oh casualidad!  Hay que ser benévolo o menso para no concluir que la CC aborda los temas en términos políticos y no jurídicos, por tanto interesados y ese modelo no soporta una análisis objetivo y neutral -consecuentemente justo- de sus resoluciones. De otra forma: la CC se utiliza para el arreglo político de asuntos judiciales y, naturalmente, el concepto de justicia se subordina al interés particular y genera las frustraciones que continuamente vivimos. O cambiamos el modelo o ya sabemos a qué atenernos en el futuro, como ha ocurrido en el pasado. Aceptamos procesos con reglas poco claras porque nos acostumbramos jugar con ventaja y no a buscar justicia, objetividad y equilibrio. El riesgo de actuar así es que cuando la ventaja se otorga a otros viene el chasco y pretendemos que la “embajada”, la CICIG o Norma Torres arreglen los problemas que por pasividad, miedo o conformismo permitimos, pero el milagro no llega solo. 
En España, la dispersión del voto de la derecha les hizo perder las recientes elecciones aun con más votantes en conjunto y en Venezuela o Nicaragua ya sabemos lo que pasa con sus Cortes Supremas. Quizá los ejemplos nos hagan pensar y no nos siga resbalando el futuro. En todo caso, “salimos” de una y de otra, pero ¿qué queda? De nuevo el hígado se comió la razón y ahora nos toca comer hígado. 
La realidad supera la ficción que se puedo escuchar en “O Mecanismo”, serie de Netflix: “Felicidades, lograron dividir al pueblo. Si todos se pelean es más fácil seguir el baile”, o quizá la CIDH nos de una sorpresa de última hora y recomponga algo.

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