¿Qué es la libertad de expresión? Sin la libertad de ofender, aquella
deja de existir (Salman R.)
Con la prepotencia propia de quien cree estar por encima de todo y
gracias a la libertad de expresión de que goza, el abogado Héctor López, del
Centro para la acción legal en derechos humanos (Caldh), solicitó que el poder
ejecutivo promueva un decreto legislativo para penar toda expresión que niegue
el genocidio en Guatemala. El tal "abogado" pretende silenciar por
ley aquello que cuestione lo que no le gusta o estima inapropiado. El manipulador
“jurisconsulto” obvia maliciosamente que el derecho de libre expresión está
reconocido por muchos instrumentos nacionales e internacionales que
interesadamente suele manejar en pleitos y abandera desde esa organización
dedicada -dicen- a la defensa de los derechos humanos. Pretende, sin
argumentos, que se silencien y no cuestionen ciertos hechos e ignora que la
constitución que seguramente juró y manifiestamente desprecia, incluye la libertad
de expresión como derecho fundamental, algo que maliciosa o ideologizadamente
intenta revertir y destruir ¡Nada nuevo! Abogadillos con ínfulas de
dictadorzuelos lo han hecho en Argentina, Venezuela y Ecuador y animan a miserables
deseosos de imponer absurdas y viles normas atentatorias contra derechos
esenciales del ser humano. Un repaso de sustanciales asignaturas de Derecho y
otras lecturas complementarias, no le vendrían mal a López, cuando no repetir
la carrera. Se hubiese esperado que los (y las) defensores de los derechos
humanos rechazasen y condenasen al autoritario (i)letrado, pero el silencio
cómplice está demasiado arraigado en esos manipuladores. Defienden los
“derechos humanos” -cuando generan réditos- pero son incapaces de actuar
éticamente contra quienes desde su órbita los violan fehacientemente. Oportuno
y conveniente conocer la opinión de Frank La Rue, relator de la ONU para la
libertad de expresión y fundador de Caldh, lugar donde labora el insigne
"jurista" promotor de esa represiva iniciativa ¿Lo despedirán por su
fáctica propuesta? Seguramente no.
De vez en cuando, esos personajes desnudan y descubren su esencia y la
de la organización que los mantiene. Lobos con piel de oveja que manipulan y
politizan la justicia y prefabrican normas -que no soportan un mínimo análisis-
pretendiendo configurar un estado de legalidad, que no de derecho, sobre el que
construir falacias o promover autoritarismos o populismos. Se oponen
contundentemente a leyes de “punto final”, pero desean implementar precisamente
una: cerrar el prefabricado y cuestionado caso del genocidio e impedir que la
ciudadana se cuestione libremente la aberración jurídica y el circo mediático
del que son cómplices. Quieren silenciar voces opositoras con actitud
absolutista, impositiva e ilegal. Muestran su dimensión más vil y tenebrosa,
igual que aquella guerrilla que niegan y que también pretendía imponerse a la
fuerza o asesinando ¡Defensores de derechos humanos!, capaces de manipularlos,
retorcerlos, mutilarlos o destruirlos. Mas bien, vividores y depredadores que
imponen el silencio al debate, la directiva a la discusión, la sentencia rápida
y manipulada a la refutación probatoria. Abanderados de "los derechos
humanos", como si el título estuviese estampillado con el correspondiente
basamento ético. Son asesinos de la libertad, detractores de la democracia,
violadores de aquello que dicen proteger y absolutistas que se esconden y
apoyan mutuamente. La propuesta nada profesional, inmoral e incluso delictiva
del tal López, fue bochornosa y deleznable. Hubiese sido de esperar la rápida
reacción de La Rue -tal ágil en otras ocasiones- pero alegará ignorancia o se
sumará al silencio cobarde, acostumbrado y cómplice de esos grupitos
facinerosos y manipuladores que se autodenominan defensores de "derechos
humanos" ¿Cuáles y de quienes?, me pregunto.
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