Para vivir existen tres métodos: mendigar, robar o realizar algo
(Mirabeau)
Cada año por estas fechas, el bandidaje sigiloso -a veces no tanto- depreda
y acciona sobre el cada vez más abultado presupuesto nacional. Discretamente se
transa por doquier. Los empresarios que buscan privilegios apoyan medidas del
gobierno en tanto no cambien los que ya tienen o se les incrementen. La farándula
del crimen organizado se compromete a entregar cargamentos de droga o dinero
mientras las aduanas continúen siendo el coladero habitual y las patrullas de
la PNC desistan de hacer controles serios en carreteras. Los políticos
corruptos -casi todos- miran como apropiarse de concesiones y contratos utilizando
empresas fantasmas o testaferros. Los sindicatos amenazan con manifestaciones,
cortes y bochinches, caso de que no incrementarles las prebendas que hacen que
cada funcionario público cueste más de diez veces que cualquier empleado privado
y rinda mucho menos. Y así numerosos grupos.
Estamos en época de recolección, pero no de café ni de caña sino del
pisto que robarán el próximo año por medio de concesión de prerrogativas o
exención de cargas impositivas con beneplácito gubernamental. No importa que
vivamos en un país donde la constitución -por cierto emporcada- diga que tenemos
iguales derechos y obligaciones. Buscan -y encuentran- la manera de excusar a algunos
personajes o colectivos del pago de los impuestos que deberían ser generales
quienes cobran la retribución de favores con el silencio cómplice a la hora de
entrampar o hundir el país hasta que el desastre acabe con las pocas esperanzas
de vida que aún quedan. No obstante, todos somos coautores de esto. Nadie se
escapa. Algunos porque su cobardía -que es mucha- les impide denunciar casos de
corrupción que conocen por el lugar de trabajo o por donde viven. Otros, conforman,
son “socios” y consolidan un sistema ausente de valores, ética y principios.
Muchos más porque son huevos tibios y se escudan en el “miedo histórico” para justificar
que no se puede hacer otra cosa que callar porque “te buscas problemas”. Al
final, la maquinaria perversa es acelerada con la concurrencia de toda la
ciudadanía: activa y pasiva.
Cada cual busca sus ventajas y no se puede diferenciar entre pobres y
ricos o cualquier otra división. Unos solicitan les den tierras, laminas,
comida, casa o dinero. Otros, cuotas, mordidas por contratos o perdones
fiscales ¡Qué mas da! Robar no es un tema de cantidad, que a lo sumo agrava el
hecho. Sustraer o malversar es una posición y tan culpable es quien introduce
la mano, como aquel que permite que el vecino delinca. Cómo olvidar a ciertos
diputados/as que gastan miles en restaurantes -o mínima cantidad en días festivos
pagándose su parqueo y el sandwichito
con dinero público- a pesar de ganar mas de Q35,000/mes ¡Es una actitud! que enmerda
el cerebro aunque aceita las manos, las palabras y las actuaciones. No
saldremos de esta situación porque es mal endémico, no pasajero. Se espera
frecuente y equívocamente, que alguien venga al rescate de la debacle corrupteril, pero “ese alguien” será
elegido por los votantes -corruptos o permisivos- de entre un grupo de
ciudadanos -corruptos o permisivos- para ocupar un puesto de autoridad -corrupta
o permisiva-. Imposible zafarse del circulo vicioso y lo peor es que ese
comportamiento da la razón a los autoritarios que piensan que tiene que venir
alguien opara ponernos en cintura ¿Será verdad? No opino, pero lo que tengo
claro como el agua es que de continuar en esta línea tendremos lo que nos
merecemos: basura perpetua.
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