Al
populismo le interesan los pobres, por eso los multiplica
El
expectante parto presupuestario se produjo en la antesala del fin de semana,
que es cuando se acostumbra a hacer las cosas “importantes” para amortiguar los
comentarios y discusiones ciudadanas. El cortoplacismo nacional obviará el
debate por el dinero que deberemos pagar tres generaciones -dos todavía sin
poder opinar- y se disipará de la reducida memoria nacional.
Sabremos,
a lo sumo -porque se lee poco-, que el presupuesto 2015 será de Q70,600
millones. Se desconocerá, entre otras cosas, la autorización de la emisión de
bonos por Q4,000 millones para financiar las “deficiencias netas del
Banco de Guatemala” (sic) y para el adulto mayor -¿interés de LIDER?-. La
FLACSO y la Fundación Esquipulas se llevarán Q4,5 millones a pesar de no
ser entidades públicas ni de servicio ciudadano con libre acceso de todos los
contribuyentes, igual que los más de Q5,8 millones que “donaremos” al colegio
de abogados. La monopólica USAC dispondrá de Q1,4 millardos aunque jamás veamos
una liquidación detallada del presupuesto que disipa, explicación de cómo lo
gasta o resultados; no hablemos de los Q31 millones de la Academia de Lenguas
Mayas, cuya evaluación de desempeño es otro enigma. Otras enormes cifras se
adjudican -dispersas por el documento- a derechos humanos, mantenimiento de
lagos, “triángulo de la dignidad” (sic), protección a mujeres, representación
diplomática en asuntos indígenas, etc. Sumadas sorprenderían, pero desmenuzadas
pasan desapercibidas, crean red clientelar y mantienen organismos ineficientes,
ausentes de control y rendición de cuentas. También se asigna, de nuevo, una
importante cantidad para subsidiar el transporte urbano, aunque el gremio
canallescamente no permite instalar sistemas prepago porque se sabría cuánto
ganan y se constataría la defraudación que supone ese rubro.
Copiando
la propuesta del sindicato nacional de trabajadores de la salud y del FNL, se
incorpora la Ley Robín Hood que se traduce en un
impuesto mensual de Q5 a cada línea de telefonía. Aparece otro nuevo de
Q5 a la bolsa de cemento y se incrementan las regalías de la explotación de
minerales y materiales de construcción al 10%, con trato preferencial a la
explotación de jade y níquel. No obstante, el Estado sigue quedándose con
el 9% y deja al 1% a las municipales. La avaricia centralizadora es nuevamente
el problema y nunca, con esa distribución, será la solución. La recaudación del
impuesto al cemento y a la telefonía supondrá unos Q2,000 millones anuales que
será parte del botín por el que competirán los sindicatos y el costo político
de tener un año electoral en paz en este Estado patrimonialista. Por cierto,
pagado, como siempre, por el ciudadano honrado y tributante y sin ningún beneficio
de retorno.
Al
final tendremos menos en la bolsa y los políticos sean derecha, centro o izquierda,
dejan nuevamente claro que la ciudadanía les importa un bledo. La construcción
de viviendas (cemento) será más cara para los más pobres; el uso del celular de
muchos no desfrijolizados subirá hasta un 20%. Seremos menos competitivos y, el
año próximo, medias similares pretenderán paliar las deficiencias ocasionadas,
igual que estas responden al fracaso de aquella “reforma fiscal 2012”. El
populismo se consolida y el contrabando encontrará más rentable su actuar
pasando cemento desde Belice hacia, curiosamente, Petén. LIDER, ausente de los
debates en el Congreso, se une, sin embargo, a esta mamarrachada, muy alejado
del flat tax que proponía. Otra mentira roja descubierta, de las muchas que
quedan por evidenciar ¡Los ciudadanos impávidos callamos!
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