Mentiras como bolas
de nieve; mas ruedan mas grandes se hacen
El eco-histerismo -eco-manipulador y eco-difamador- difunde guacamayamente el mensaje de
daño, contaminación, desastre y muerte que provocan minas, hidroeléctricas, monocultivos y otros proyectos de desarrollo promovidos por multinacionales, oligarcas y desaprensivos
empresarios. Detrás, personajes
que reciben dinero para tal fin, manejan carros último modelo, cuentan con oficinas en zonas
caras de la capital y utilizan tecnología
avanzada para elaborar sus "informes" ambientalistas, pero ese es
otro tema.
No he visto en columnas e informes comentar el verdadero problema “medioambiental” del país, que para nada coincide con los referidos con cansina frecuencia. En muchísimos lugares del interior,
el consumo esporádico de agua contaminada produce diarrea y otros males estomacales, lo que impide llevar una vida normal por días. Imagine esa situación prolongada en el tiempo para los habitantes
del lugar. No en vano, las enfermedades intestinales y estomacales son la mayor
causa de muerte y desnutrición en
el país. La razón fundamental
es la falta de agua potable y las basuras. En la mayoría de comunidades no
existe agua entubada, depuradoras o sistemas de gestión de residuos que no sea
tirarlos a algún lugar, o por todas partes. Pasan a
la capa freática, donde se produce la contaminación de aguas que son extraídas
y bebidas sin tratamiento, a
los más un hervor generado con
leña cortada para tal fin que, por cierto, arrasa con masas de bosques, otro
tema de alto impacto soslayado
por los/las eco-falaces en sus manipulantes discursos.
La esencia del problema, es decir el agua no potable, la destrucción de bosques y la contaminación humana por
falta de gestión adecuada de residuos, no da dinero ni promueve el escándalo
que pretenden proyectar con sus peroratas habituales. Además, enfrentarían la
"ira" de ciertas comunidades en vez de contar con la complacencia
actual. Decir la verdad siempre ha sido un problema que ha estado acompañado de la reacción visceral de quienes son responsables de lo denunciado. Si los/as eco-irritables fueran
mínimamente honestos/as -¡quizá mucho
pedir!- señalarían
continuamente a los responsables políticos de esas comunidades, al liderazgo
local y a quienes fuera necesario para salir de la autodestrucción y promover,
en primer lugar, un sistema de depuración que evitará la muerte drástica de cientos de personas cada año. Sin embargo, el discurso se centra en "problemas" más rentistas y hace realidad aquello de “la paja
en el ojo ajeno y no la viga en el
propio”.
Habría que promover
un convenio 169 "B" para consultar si se desea
tener depuradora de agua, incinerador de basura, drenajes, etc., en lugar de
seguir haciendo la payasada de condenar el inexistente cianuro, el desvió o corte inventado de cursos de agua y otras sandeces que únicamente salvan la vida de quienes se dedican,
desde sus cómodas estancias, a incitar violencia mientras ignoran la muerte de
niños con problemas estomacales e intestinales. La iglesia católica y ciertas ONG,s también se han sumado a estos mensajes,
pero desconozco de un solo sacerdote -no digamos obispo- que haya visitado una mina y comprobado la situación que desde el púlpito y ciertas
encendidas columnas denuncian. Estamos en un mundo al revés -o torcido- en el
que mensajes prefabricados venden mejor que realidades comprobadas ¿Cuántos han muerto por cianuro? No tengo datos, pero si de los cientos
que anual y anónimamente, mueren por enfermedades asociadas a lo arriba indicado. El eco-histerismo,
disfrazado de eco-social, no es, finalmente, más que el ejercicio de una vergonzosa
eco-irresponsabilidad de “defensores de la naturaleza”, pero
no de la naturaleza humana.
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