Es preciso preferir la soberanía de la ley a
la de uno de los ciudadanos (Aristóteles)
La
foto de un humillado “Presidente de la República”, anunciando el cese forcivoluntario de su yerno y secretario
privado, bajo el tutelaje y la penetrante mirada del embajador de los Estados
Unidos -mister Robinson- situado en
retaguardia, es una escena entre dantesca y surrealista. Algo que Dali hubiese
pintado, pero que nunca imaginó.
Las
principales amenazas a la seguridad de los USA son el terrorismo yihadista, el
ciberterrorismo, el lavado de dinero, el crimen organizado (narcotráfico
incluido) y la migración ilegal, y quizá hasta por ese orden. Su política
exterior responde, precisamente, a los objetivos de su política doméstica y el
esperpento descrito arriba lo corrobora.
Sin
embargo, es preciso detenerse en un teórico principio rector de la relaciones
internacionales, contemplado en las primeras líneas de la Convención de Viena: “la
no injerencia en asuntos internos de los Estados”. Si se acepta, es muy posible
que sigamos tan mal como estamos, porque nadie sacaría la basura política que
hay que desechar. Si se refuta, se justifica la intervención porque a fin de
cuentas nos beneficia lo que otros hacen. Lo malo de ese tipo de juicios
flexibles y acomodados es que, siendo consecuentes, hay que dar por buena la
intervención de 1954 y otras que se hayan podido dar. No es posible, si se
quiere ser coherente, aceptar el precepto cuando conviene y rechazarlo cuando no
gusta. De ahí la necesidad de reflexionar seriamente sobre ello.
La
casta política guatemalteca es experta, casi toda ella, en practicar hábilmente
distintas formas de corrupción, de ahí que los USA decidieran ponerle freno a
los desmanes de criminales con derecho de antejuicio, escolta policial, patente
de corso y tratamiento de “honorables”. El mensaje directo y “sofisticado” que
envían los norteamericanos es que enviarán un polígrafo; el indirecto que son
ellos quienes cogobiernan -o gobiernan- tras la salida de Baldetti y del otros
señalados. Además, que las cosas se harán a su manera -como cantó mister Sinatra- o deberán asumir las
consecuencias todos los señalados en confesión colaborativa en Miami (Marllory
Chacón) o Denver (Portillo). También envían otro recado claro a los candidatos
que se postulan, al sistema financiero/fiscal y a los desmanes en aduanas
terrestres, aéreas y marítimas, que pueda incidir en su seguridad. No hay temor
mayor ni peor consecuencia para los mañosos -cada vez aparecen más- que le
quiten la posibilidad de ir a ver a Mickey o les embarguen bienes delictivamente
adquiridos.
Pero
no nos engañaremos, los USA no nos ayudan per se, sino que implementan su
política exterior con el realismo que los caracteriza, aunque en esta ocasión
cachamos tajada porque limpian el sistema nacional de personajes corruptos y
contaminados por la forma tan podrida de hacer política. Echo en falta, como en
otras ocasiones, a quienes han venido criticando el intervencionismo del 54 y
ahora callan o aplauden este otro ¡Bueno, es esa doble moral de ciertos
personajes que cada vez sorprende menos!
Cortadas
las barbas de algunos, los candidatos pondrán las suyas en remojo y seguramente
reconducirán su actuar, al menos mientras dura el tsunami. No tengo tan claro
que el agarrón por la taleguilla al que tienen sometido al “Presidente” sea eterno
ni que ello sirva para enjuiciar a todos los ladrones que han pasado por
ministerios, curules y otros cargos. Lo que si queda diáfano es que cuando uno
quiere cola, es Pepsi o Coca, porque no hay manera de escapar del tutelaje de
Washington.
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