“Un gran
poder implica una gran responsabilidad”
En
ocasiones se ven manifestaciones -otras criminales bloqueos- en las que ciertos
grupos reclaman derechos como salud, educación, seguridad, justicia y otros. No
hay que profundizar mucho para comprender que la implementación de los mismos
no es “gratuita” como algunos corean gritonamente, sino que tienen un costo al
que es necesario hacer frente, cualquiera que sea el sistema.
Los
impuestos indirectos, como el IVA, son pagados por todos los consumidores,
observándose aquel principio de “quien más consume más paga”. Sin embargo, contrasta
con lo anterior que en el país apenas hay 1,5 millones de contribuyentes
activos. Entre 4 y 5 millones de ciudadanos están en la economía informal -o
desempleados- y la SAT (2014) nada sabe de ellos, ni espera que se afilien en
el corto plazo. Es decir 1,5 millones de personas cargamos sobre nuestros
hombros una responsabilidad mayor que otros que han decidido voluntariamente no
colaborar con las cargas fiscales que el gobierno impone. Algunos,
posiblemente, porque carecen de trabajo, pero otros simplemente no quieren y se
aíslan de esa vida en común y en sociedad que exige cumplir con ciertos
deberes. Es preciso, por tanto, ampliar la base recaudatoria y que todos asumamos
idénticas -o similares- responsabilidades que nos habiliten posteriormente para
reclamar derechos.
Sería
muy positivo, y aquí la propuesta, que en lugar de exigir el DPI para votar, se
solicitará el NIT, o incluso que se fusionaran ambos documentos en uno solo.
Quien no esté de alta en la SAT, simplemente no podría votar porque no muestra
su corresponsabilidad con el resto de conciudadanos. No significa eso que quien
esté censado fiscalmente, tenga necesariamente que pagar impuestos. Puede estar
de alta y desempleado o percibir una remuneración tan baja que no llegue al limite
inferior establecido para pagar (si así se decide), pero está “de alta” y
figura como ciudadano con deberes, aunque momentáneamente no pueda hacer frente
a ellos.
Debería
ser obligatorio que todo ciudadano que solicite un servicio público (cualquiera
que sea): asistencia en el seguro social, educación pública, ingreso a la
universidad, créditos estatales, fertilizantes, becas, papeles varios, etc., presente
su puesta al día con el sistema (SAT) que surte los fondos de los que piensa beneficiarse.
A la fecha no es así y algunos reclamantes de derechos se han olvidado que junto
a aquellos están las responsabilidades y que los ciudadanos que incumplen sus deberes
no son moralmente apto para beneficiarse de prebendas financiadas por unos
pocos responsables.
Esta
reforma (votar con el NIT en lugar del DPI) podría incluirse fácilmente en
cualquier cambio que se piense hacer en normas vigentes y de esa forma conseguir
ampliar la base tributaria con quienes han decidido voluntaria exonerarse de responsabilidades
fiscales y hacer que seamos otros quienes corramos con el gasto de los servicios
que frecuentemente reclaman “como derechos inalienables” del ser humano. Se
trata de no circunscribir el voto exclusivamente a la nacionalidad sino a la
responsabilidad (argumento también útil para analizar el voto en el extranjero),
aunque no de establecer una plutocracia que posiblemente algunos presentarían y
desprestigiarían con amañados y tradicionales argumentos sobre los pobres y las
cargas fiscales. Seguramente esta
propuesta no gustará a quienes pretenden seguir beneficiándose de un sistema cooptado
por una oclocracia solícita, y apealarán a la emoción irracional o la presión
habitual ¡Nada nuevo!
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