“Es hora de reaccionar contra lo que nos ofende y nos
doblega autoritariamente”
Hace unos días me
reuní con algunos de la treintena de líderes y representantes legales comunitarios
de Barillas y Santa Eulalia que visitaron la capital. Aún con dificultad para
expresarse en español, no les faltó claridad de ideas, razones, corazón, visión
y nobles sentimientos. Venían a denunciar una serie de atropellos cometidos
bajo fuerza por un tal Rigoberto Juárez y otros personajes de similar calaña
que le acuerpan. Por allá, grupos transgresores de la ley y obstaculizadores de
la paz secuestran, amenazan, torturan, invaden propiedad privada, queman casas
y maquinaria, usan armas de guerra y asesinan con absoluta impunidad. Al frente
de esa mara delictiva identifican -sin dudarlo- al susodicho Juárez y a sus
acólitos, cuyos nombres recitan con frecuencia en cada intervención.
Lo que ocurre en
Huehuetenango, y en otras zonas del país, es que han surgido bandidos que se
autonombran líderes y se rodean de matones y lugartenientes (procedimiento
típico de la guerrilla de antaño) sin autoridad moral ni legal, con imposición
por la fuerza y violando la libertad y el derecho de la mayoría a buscar su
propia felicidad. Han creado una entelequia llamada “gobierno plurinacional”
que realmente es una asociación de autoritarios que pretenden imponerse porque
las urnas no les conceden un solo voto. La desintegración de la URNG y otros
grupos de la izquierda radical nacional, ha provocado una atomización de
personajes oscuros del conflicto armado interno que desean a toda costa apropiarse
del poder negado por los votos y la democracia, de la que alardean en cada
intervención ¡Al manido eslogan izquierdista y “revolucionario” de VENCEREMOS, apenas le sobrevive la “v”!
Los líderes con los
que hablé, cuentan que tras la firma “de la paz”, el tal Juárez huyó a la cuna
del crimen de estado: Cuba, especialista en entrenar criminales y subversivos.
En un afán por ocultar su huida alguien falsificó su deceso, quizá para que su
“viuda” pudiera cobrar alguna pensión y vivir de los demás, como él parece
hacer ahora.
Los verdaderos líderes
indígenas reclaman su derecho a vivir en paz y anhelan un mejor futuro. No
están en contra de nadie y desean que se cumpla la ley que tanto la anterior
administración del MP como el Ministerio de Gobernación les ha negado por un
tiempo, al no ejecutar las ordenes de captura existentes ni enviar efectivos
policiales suficientes para proteger la zona. Algunos/as columnistas de prensa
han apoyado a los detenidos y con ello justificado agresiones y crímenes de los
que son acusados con suficientes pruebas. No se han tomado el tiempo de
escuchar al liderazgo indígena real y formal, como muchos sacerdotes y obispos,
y se han convertido en cómplices de esas barbaridades que entre dientes dicen
condenar, pero que permiten y sostienen con su explícito apoyo a esos
personajes.
Es un tema
relacionado con la dignidad humana, el respeto, el orden y la consideración
hacia grupos desprotegidos, lo mismo que dicen defender pero que contradicen al
apoyar a violentos. Un doble discurso similar al de cierto sector de la iglesia
católica. En el fondo, condenan la pena de muerte legalmente existente pero la
consiente y alientan discrecionalmente cuando apoyan a esos criminales, al
igual que determinadas organizaciones internacionales, grupos de “países amigos”
y otros financistas afines ¡Bien por la coherencia discusiva!
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