Aunque muchos difundan una mentira aquella no se convierte en verdad
En junio pasado, la CICIG elaboró un informe titulado Estado de investigaciones sobre la muerte de
sindicalistas en Guatemala. Responde,
según se lee en "Antecedentes", a una solicitud que le hiciera el MP
motivada por "la preocupación
de [la] Oficina de la Alta Comisionada para los
Derechos Humanos en Guatemala y la Organización Internacional del Trabajo" que llevó a firmar un convenio -no
publicado en la web- entre los entes investigadores. Se constata la influencia
y el poder de ciertos organismos internacionales y desconozco en qué lugar del
Convenio que da vida a CICIG figura esa peculiar misión de investigar
agresiones a sindicalistas, actividad que detrae recursos y tiempo de su cometido real, pero eso -que es muy importante- ni siquiera es lo relevante de este análisis.
El Departamento de Investigaciones y Litigio de la CICG
analizó (2004-2013) 58 denuncias de "homicidios de
sindicalistas". El resultado del informe refleja que ÚNICAMENTE seis (6) -¡solamente el 10% de las denuncias!- están
relacionadas con actividad sindical. De ellos, dos
casos están concluidos y otros cuatro
todavía en proceso. El 90% de los homicidios obedeció a motivos tan dispares
como actos de pandillas, venganzas personales, asaltos, extorsiones y hasta
crímenes pasionales -4 casos-. Sin embargo, durante ese tiempo se difundió
el construido y falaz discurso de
la "persecución y agresión"
a sindicalistas, aunque se
muestra falso tras esta investigación que, como el convenio, tampoco figura en
la página web de CICIG, quizá porque no sea políticamente correcta
y evidencia una realidad diferente a la promovida
por ciertos colectivos, algo que no debe gustar a los y las cuentistas profesionales de este país.
Sin más fundamento que extrapolar lo comentado, me atrevo
a pensar -y apostar- que es exactamente la misma proporción que se encontraría
en denuncias de otros colectivos
de quejumbrosos, como los/las
"defensores/as de los derechos humanos", los/las "activistas
medio ambientalistas", los/las "luchadores de causas sociales" y
otros "los y las", plañideras profesionales que imponen trastocadas
ideas de la realidad y cuando se investiga, resulta que apenas se corresponde
con lo que recogen "prominentes informes" de organismos
internacionales o difunden diferentes medios sin mínimo rigor ni suficiente
investigación. Engañan frecuentemente con datos que fabrican en la medida que
interesa para conseguir donaciones y continuar viviendo del cuento de la
victimización. La "criminalización de la protesta social" es la
falacia más reciente de esas orwelianas fábricas de "verdades". Algo
parecido a esos números engrosados de las víctimas del conflicto armado interno
que algunos sociólogos e historiadores cuestionan recientemente con estudios
más precisos.
La particular investigación de CICIG refleja el alto
grado de manipulación y el conjunto de falsedades sobre las que se construyen
percepciones que la ciudadanía acepta y promueve, sin certeza de que aquello
que gritan algunos -por necesidad ante la ausencia de razones- esté
justificado. El informe deja claro que suele ser sustancialmente falso. La manipulación mediática y el lobby político es un vector eficiente de incidencia en
sociedades poco informadas o conformistas, que validan discursos amañados y
posibilitan la vida cómoda de ciertos grupos de presión con ayuda internacional
o por medio del patrimonialismo estatal. Vivimos en un
mar de bolas y falsedades construidas por los y las habituales que hacen
converger sus utilitaristas esfuerzos para mantener privilegios y formas de
vida parasitaria. CICIG debería publicar, difundir y, sobre todo, comentar este
informe con idéntica pasión a como ha hecho con otros ¡Incluso podría hacer
un video!
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